El ácido acético o CH3COOH, es una sustancia que está clasificada químicamente, como un ácido débil. Esto alude a que tiene posibilidades limitadas de disolverse en agua. De otra manera, es un ácido que en una disolución líquida no logra diluirse totalmente. Asimismo, está descrito como un compuesto de tipo orgánico. Es decir, no carece de átomos de carbono en su composición. El ácido acético tiene un dilatado rango de usos que van de la industria al hogar. Además de que algunos beneficios del ácido acético son comprobados.
¿Qué es el CH3COOH?
Ácido acético es solo una denominación habitual para identificar esta sustancia. En el ámbito químico, es designada como ácido metilcarboxílico. Y además, como ácido etanóico. En el campo de los ácidos, su estructura química lo especifica como un ácido débil. Es originado a partir de mecanismos de degradación o descomposición de otras sustancias. A través de una reacción con enzimas.
En estado líquido, este ácido (por su nomenclatura química CH3COOH) es cristalino y viscoso. Por su lado, en estado sólido, es incoloro y de apariencia vidriosa. El ácido acético se produce principalmente, y aunque se conocen otros varios métodos, mediante dos procedimientos. El primero de ellos, se conoce como carbonilación del metanol. El segundo, por medio de fermentación por bacterias aeróbicas.
Usualmente, lo conocemos por su aplicación, o usos culinarios. No hay un hogar en donde no exista una botella de vinagre empleada como aderezo para algunos alimentos. En este escenario, lo encontramos desleído en agua en una concentración entre el 3% y el 5%. En una dilución de más elevadas proporciones. Representa un riesgo para nuestra salud.
Beneficios del ácido acético en la alimentación
El vinagre es un ingrediente casi obligado en la fabricación de un producto como la mayonesa. Su incorporación atenaza la presencia de la dañosa bacteria llamada salmonella. Esta bacteria provoca una especie de envenenamiento que resulta, normalmente, leve. Aunque en algunas ocasiones, puede ser grave y provocar la muerte. Por otra parte, el ácido acético también se conduce como neutralizante de la acidez de algunos alimentos.
El ácido acético mezclado con bicarbonato de sodio, se utiliza en panaderías y pastelerías en la manufactura del pan. Su utilidad consiste en fermentar la masa hecha de harina de trigo y obtener de ella, un mejor sabor. Asimismo, cumple con la trascendental utilidad de contribuir a su preservación. Este tipo de aplicación también es utilizada para elaborar diversos productos horneados.
En la industria de la producción de vinos, el ácido acético también cumple una labor. En ella interviene, primordialmente, para la reacción de oxidación del alcohol etílico. Interviene en la creación de esa impresión llamada “acidez volátil”, elemento crucial en la degustación de esta aromática bebida. Por otro lado, imposibilita la multiplicación de bacterias y hongos que pueden dañar la bebida. Funciona también como conservante.
Propiedades curativas
Se conocne diversas anécdotas acerca de los beneficios sanadores de este producto. Muchas de ellas se conocen como tradiciones culturales de difícil demostración. A pesar de todo, la notoriedad de sus atributos curativos del vinagre. Se han conservado en el tiempo. La ciencia hizo posible conocer, y comprobar, algunas de sus capacidades medicinales.
Podemos traer a colación algunos relatos tradicionales respecto del ácido acético y la salud. Por ejemplo, se afirma que los guerreros Samurai empleaban una infusión de vinagre para acrecentar su fuerza y su resistencia. Que en el antiguo Egipto era utilizado el vinagre de manzana para la reducción del peso. Que durante la guerra civil estadounidense se utilizaba para prevenir dolencias digestivas y contra la pulmonía y el escorbuto.
El vinagre y dolencias sobre las que actúa
La diabetes tipo 2 es un padecimiento que, se asegura, el vinagre blanco ayuda a controlar. De acuerdo a investigaciones de la universidad de Lund, ayuda a regular los niveles de glucosa en la sangre. Siempre de acuerdo a sus resultados, el vinagre ralentiza el tránsito de los alimentos del estómago al intestino delgado. Como consecuencia, se reduce, hasta en un 35%, la absorción del azúcar por el torrente sanguíneo.